Cada minuto aprende a segundo por segundo.

No termines tu día sin haber crecido un poco y sin haber elevado tus sueños. No te detengas. escribía Walt Withman.

Amanece y aprendemos, subvaloramos o poco reconocemos lo que sabemos y no afianzamos las cosas que nos distinguen. Aunque no todo lo que hacemos es diferente, algunos comportamientos que mucha gente evita, o los que más practican, son muy atractivos a los demás.

1.       No interrumpas.

Simple y no fácil. A veces interrumpimos el habla de otra persona; no por groseros, se nos transparenta la inseguridad. Entonados con suficiencia, desnudamos nuestra propia insuficiencia sin darnos cuenta. Para ser notados, socavamos la atención que otros reciben para desviarla hacia nosotros. Quien corta la palabra a los demás pierde respeto. Dales espacio, escúchalos y los conocerás mejor.

Descalzo en pies de andariego enormes, Juancho Rendón, campesino auténtico del rio Apía, le creían el más ignorante cuando le detuvo a otro su borrasca de palabras con su afecto de moreno indígena: -dejá la prisa, relájate y escucha. Hablá más lento y así harás más felices a los demás porque son escuchados. Ellos luego te escucharán porque los habrás entendido mejor, incluso a quienes te desconocen o no comprenden. Pregúntales, escúchalos, piensa despacio y les hablaras con más certeza.

2.       Entrena la imaginación, afianza tu sabiduría y actúa como un maestro en algo concreto.

Aprendemos más cuando enseñamos y escuchamos, una sociedad donde todos enseñamos algo y todos aprendemos, avanzará y será más armoniosa. Desarrollaríamos un nivel de habilidad superior al promedio para algo que no es común. Incluso para lo que nos es común, porque en conjuntos alcanzamos niveles superiores, como lo hacen los buenos cafeteros. Entre los mejores músicos, todos aprenden y todos enseñan. Observa en un concierto.

Recuerdo al maestro Carlos Fernando muy jovencito, aprendía el piano y cantaba. En una caminata al Tatamá y bajo neblina, nos detuvimos en la quebrada sonadora, rumores agua y viento, pasaron unos arrieros. Allí nos enseñó un canon con estas frases: “vengan, vengan al almuerzo, listo está, listo está”.

Mientras iban los arrieros afinábamos y repetíamos este canto quince veces, percibíamos que los peces cantaban con nosotros en uno de los coros: “vengan vengan al almuerzo”, también las ranas croaron “listo está. Listo está”, y regresaron los arrieros con sus mulas que nos llamaban: “vengan vengan. Vengan vengan”. 

Imagina todo este sonido simultáneo, que aquel metamorfismo de las voces acaricie tu oído. Estarás más cercano a la navegación con ese remo que remonta aguas y sueños. Aún repito aquel recuerdo y respiro con este canon para dormirme.

3.       Demuestra la perseverancia y las agallas que muchos no tienen.

Ya sea que domines el billar o alcances los más altos logros como artista, maestra, bailarín, poeta o negociante, cultivador o científico de datos y todo esto, enfatiza una cualidad sobresaliente. Alcanzar tus niveles de habilidad más altos es atractivo para muchos y es semejante a lograr celebridad.

Don Álvaro Gutiérrez de La Candelaria, trabajaba en equipo con sus dos hijos y eran los mejores sembradores del café de sus contornos, los recomendaban como los mejores de Colombia y emocionaba escucharlos por sus andanzas por todas las zonas cafeteras. Adonde llegaban eran esperados, escuchados y contratados. Analizaban el suelo e intuían sus microorganismos: las bacterias, actinomicetos, hongos y protozoos. No sabían mucho de esto, pero intuían que en el suelo existían seres diminutos cuya capacidad de multiplicación podría mejorar terrenos en poco tiempo. Desde la siembra creaban el aroma y sabor del café especial.