El trio Santo de Apía

Tres meses antes del nacimiento de Ramón Román, la vecina Rosana ya lo presentía en imagen y santidad. Lo concebía cercano y cálido. Vivía en el caserón viejo, “Ranchoquemao”, una casa grande que incendiaron los perdedores tras un pleito de siete años y tras el litigio siguió la balacera más sonada desde los tiempos de la violencia.

Era un diciembre anhelado, familiares y vecinos esperaban un nacimiento tan bendito como de niño Dios. Ya nacido su niño vecino, ella le admiró, observó con detención e insistencia los detalles de su piel tierna, tras su cara notó una aureola oscura que restaba al esplendor de su rostro, meditó esa imagen en su momento, «qué diablos pasa aquí» pensó inmediatamente y sintió en esos segundos un desborde de burbujas en su estómago que le causaron efectos sensitivos. Se le clavó un una idea: “tiene mal del ojo”, habló ella y así lo aseguraron todos.

Siguieron otros meses con ella allí cercana, pasaba y miraba a aquella criatura con el sol, obsesionada y admirada con ese niño sagrado e hijo de su tia india y un hombre blanco con rizos de oro. ¿Por qué pensaría y otros decían eso? Esta creatura con mal de ojos es el resultado del amor con traga de ojo, decía la tía.  

Le siguió tiempo tras tiempo con sus avances físicos. Andaba por ahí en todas sus épocas y también en su andadera figuraba el jovencito. Él por ahí se la encontró a la vera de un sendero largo con pájaros que buscaron los guayacanes florecidos. Ella ahí le miraba con intuiciones de lujuria, ojos suyos rayados de vecina solitaria, portadora de presagios y mala leche. Eso decían todos.

Ella sola y temerosa, se había calmado de un llanto quebradizo que sufría desde cuando se encontró con si misma y mirándose al revés, su interior era una cárcel sin barrotes, su espíritu huidizo, sus días contados en los palotes que marcaba en los guayacanes del camino. Un pariente abusó años antes de ella y le callaron, sufrió sola ese secreto de la familia que atribuyó el pecado a ella.

El joven Ramón Román se asentó al atardecer en una piedra marcada donde figura una huella de hace 356.000 años, aseguran que es pisada de un andante, neardental o extraterrestre de un más allá de la edad del hielo; cerca de allí también estaba una marca rupestre de un indigena Emberá, cuatro siglos atrás pasaron guiados por Dachizeze, el errante creador del mundo indoamericano, y cerca de allí también escondieron el tesoro del grupo de los Apias, por el cual Jorge Robledo, conquistador español, ordenó ahorcar a Tucarma su cacique. La Rosana llegó, puso su mano en esa piedra y la besó, le miró con el brillo del tesoro y ambos sintieron energías distintas y renovadas.

Ruta Apía – Ranchoquemao – cordillera occidental de Colombia

Decían ciertas voces que por los caminos hacia el Ranchoquemao, por causa de la vecina Rosana, Ramón Román había padecido una diarrea endemoniada que le revolcó el cuajo y se lo dejó al revés, enfermó hasta aquel día cuando llegó su tío Gerpul, músico, curandero y zapatero, quien le dio un bebedizo purgante, cenizol de guaduas que había diluido en la agüita sagrada de la virgen de Piendamó: «Agüita de piernamó te traigo mi sobrino, bébela ya mismo que está bendita por la virgen». Se la dio a tomar mientras la banda papayera que acompañó a Gerpul improvisaba la música más santa de Apía, el maestro Rubo Marín le reprobó ese hecho porque no se podía usar la música del pueblo para asuntos tan profanos. Quitar el mal de ojo con música.

Ramón Román, o se curó tras las miradas de Rosana, o la pócima musical con agua del Piernamó entre Gerpul y la virgen, lo transformó en el joven más devoto de María. Decían que le cambió su cara y era un rostro de santo bendito que anunciaba milagros y todas las vecinas se embelesaron con el muchacho.  A ella la convirtieron en bruja y decían que lo rondaba horqueteada en una escoba erótica de conquistas y engaños. A él le descifraron todos sus gestos como manifestaciones de una lujuria contenida que le acobardaba de manera tan gallarda que hasta le lucía con su camisa parda. Lujuria con santidad decía la más rezandera.

La Rosana le pedía perdón por haberle ojeado en un tiempo y una manera que jamás pudo explicarse, le abrazó y estampó un beso desenfrenado, se recostaron al espejo y lo quebraron. En todos los pedazos se fijaron sus huellas varoniles y las oscuridades de ella. Allí estaban los reflejos de las violaciones que sufrío y amores contrariados en el territorio arisco e inexplorado de sus cuerpos, fluían las luces de umbrales donde concurrían sus temperamentos más vitales con emociones y conductas negativas; rabia y celos, la vergüenza y la mentira, el resentimiento y la honestidad.

Dicen que la dejó preñada y lo negó. Yo no lo quiero amada, como escribió Neruda; aunque de aquellas circunstancias, nació un niño, tan hermoso y libre del mal de ojo, que a todos los niños que miraba dejaba preservados contra el sarampión, los coronavirus, la rubeola, los males de ojo y la lloradera lacrimosa. Incluso lo creían portador de dones milagreros que generaban curaciones instantáneas, completas y duraderas, como cuando con solo tocarla se le alivio la tembladera del mal de sambito a doña Rosario Isaza, una provinciana del Chocó que había llegado aún más enferma tras pagar una promesa al cristo milagroso de Buga y siguió en la búsqueda de los curanderos de Viterbo que llamaban Los Grajales.

A la casa de Ramón Román llegaban toda clase de enfermos, los miraba y se aliviaban, el cura Jaramillo le trajo una custodia antigua de un latón desbaratado y desteñido desde un baño dorado que decían sacado de las miradas milagrosas de la virgen de Chiquinquirá, que solo relucía cuando la veían parpadear en medio de una procesión de mayo. Con ese objeto envuelto en un retazo brocado, decían que el niño de Ramón Román con la Rosana, tocaba a los desahuciados y le respondían con todas las energías de la vida y otras vidas. Los apodaron los milagrosos del Ranchoquemao.

Autor
Julian Calle – Bicitours Rutas del Viento
https://es.wikiloc.com/wikiloc/user.do?id=1949128

Rosana se dedicó a servirles, preparaba sus alimentos y les protegía de las sombras de su propio cuerpo con la única luz que poseía, la trasfería desde una infinitud tan pequeña y frágil que atraía los poderes desde tinieblas inagotables, su luz y su poder eran negativos. La gente decía en los pueblos vecinos que sus pasos estaban en la calle y tras ella los pasos del padre y el hijo iban en dirección hacia donde los enfermos que ya finaban, los tocaban y les hablaban y se levantaban o levitaban sanos. 

Ante la sanación de la mamá de los Grajales, notables curanderos de Viterbo, les declararon santos. En aquel ceremonial, el padre Jaramillo explicó a una junta de vecinos el proceso de la iglesia católica para escoger y canonizar sus santos. Se deberían documentar todos sus milagros; si no los hubiere suficientes y trascendentes, lo hecho bastaba para declararlos venerables siervos de Dios de esta tierra olvidada. Cuando Belisa Cruz habló de las curaciones instantáneas del hijo de Román con la Rosana a su hijo el tullido, porque caminó y pidió café tras ser mirado por el niño, mientras la candela del fogón ardía con la llama más divina, con solo que la Rosana la soplara para que no se apagara, allí siguió una viva ardiente llama, más hermosa y luciente para todos los siglos, sin gastos de leña y sin ceniza.

Con lo días llegó un delegado que presentaría el caso al Ministerio de los Santos en Roma. Aquel trámite recogió evidencias durante dieciocho años, pero quizá, no entraba en la línea propagandística de la Santa Sede. Se quedaría en el Limbo. Aunque otro testimonio aseguraba que en el pensamiento del papa Bergoglio estaba poblar con santos los pueblos de cordillera porque eran considerados la reserva del pueblo de Dios. Así lo lograron cuando fue declarada la santidad de la Madre Laura, vecina de Jericó de Antioquia.

Sacaron entonces meses tras meses los testigos, aquellos milagrosos casos de tumores desvanecidos, alivios y curaciones a los desahuciados, tres devotos en tres localizaciones al mismo momento, cuando aquel trío sagrado invocó las fuerzas divinas de María ante el altar de la parroquia en Apía. Hasta hablaron de algún resucitado que no pudieron comprobar porque huyó desde el sepulcro por miedo de venganzas enemigas.  

Ramón Román con su hijo y con Rosana, cansados de sainetes milagreros; un cierto día, anochecieron y no amanecieron; entonces, cuando los trámites de su santificación estaban en el turno 1345 entre los diez mil doscientos catorce casos en estudio ante la Congregación de las causas de los santos, se requerían 130.000 euros para cumplir con las tarifas del tribunal sacro y los abogados sustentadores, según derechos pontificios, más los tramitadores de aquella causa piadosa.

Propusieron recoger ese capital con rifas y empanadas, más donaciones por cada milagro de los susodichos; sinembargo, no los encoontraron porque ya no estaban en Apía los tres santos de Ranchoquemao. Alguien dijo verlos en una parranda santa en un poblado desértico de la Guajira donde sus manos milagrosas multiplicaron panes y botellones de agua para el desfile de los venezolanos desplazados, hasta aquella mañana cuando se ahogaron entre un mar de plegarias y oraciones con sabor de tanto ron cubano que habían tomado para celebrar sus milagros.

Celebran 356 años del milagro de la ‘Vieja Mello’ https://laguajirahoy.com/featured/celebran-356-anos-del-milagro-de-la-vieja-mello.html

Comments

6 respuestas a “El trio Santo de Apía”

  1. Avatar de Diego Firmiano

    Don Guillermo. Saludos.

    De nuevo lo leo con deleite, con atención, recibiendo de su pluma historias de su terruño, de su mundo circundante, de su experimentada imaginación narrativa. Siempre aprendo algo de lo que usted escribe, pues su estilo es ameno, ágil, sus personajes tienen contacto con el mundo mágico de Apía, o de los tiempos de la conquista, y por eso puedo decir, que cada párrafo es un verdadero milagro textual, es un lumen para nosotros los lectores. Gracias por estas entradas, que como el Grano Rojo, nos da un momento de pausa y de reflexión sobre el tema que ud elige ¿o el tema lo eligió a usted?
    Un abrazo

    Diego Firmiano
    Editor

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    1. Avatar de guillegalo

      Diego, ya te había escrito algo sobre este relato. Uno lee sus cosas, sigo muchos blogueros, incluso los más flojos esconden cosas sorprendentes, son una hendija al mundo que uno no vive. Desde esas visiones aparecen asuntos que me asaltan y se iluminan mis visiones. Hay blogueros con bellas fotografías y temáticas expertas y sofisticadas. Por ahí nadan los temas con fantasmas. Gracias siempre Diego Firmiano por todo el estímulo y apoyo que he sentido desde su orillas.

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  2. Avatar de azurea20

    ¡¡¡Buenísimo!!!. Lo ha terminado de coronar eso de «Aunque otro testimonio aseguraba que en el pensamiento del papa Bergoglio estaba poblar con santos los pueblos de cordillera porque eran considerados la reserva del pueblo de Dios». Genial. Un saludo.

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  3. Avatar de guillegalo

    Azurea nombre bello. Los nombres generan maneras de existir y esas tres consonantes con sus tres vocales son un música que encanta. Había leído de Bergoglio en algún análisis de El Vaticano y desde esas cosas me asaltó esa frase, recuerdo a un sacerdote dominico que hablaba en un templo de Anserma para un grupo de hombres, un prelado en mis días de seminario, me envió con la misión de sabotearle su conferencia con preguntas porque los curas y ministros de las iglesias solo hablan y ellos y algunos actúan como showman. A ese prelado escuché que los pueblos de cordillera son la reserva del pueblo de dios y se debe preservar el diálogo. Ya no orino tanta agua bendita como entonces. Gracias por tus comentarios tan estimulantes.

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  4. Avatar de Victor Zuluaga
    Victor Zuluaga

    Desbordante imaginación pero al. Mismo tiempo fundamentación histórica y mítica. Felicitaciones y esperamos seguir deleitandonls con su produccion

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  5. Avatar de guillegalo

    Víctor. Maestro mío. Me halaga y compromete su comentario. Claro que no se han comprobado presencia Neandertal en nuestros territorio, pero podría ser. Esto debe poner a reconocer ese ancestro tan lejano. Agradecido.

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