Encontré a los gatos iluminados y a las mujeres de madera que enamoran con gestos quietos.
Había caminado las calles en busca de la expresividad que viene desde el bosque y orígenes alfareros, avisté portones antiguos y tras ellos la armonía ancestral con arte mudejar, la geometría fractal de la frondosidad me evocaba patios desde donde se divisan las montañas empinadas, el barro de lugares donde anduve con rastros de zorros y venados, los tejados, los plumajes que migraron hacia la cabaña del leñador, escuché los golpes del hacha y el sin sin que asierra y labra la riqueza del cedro y el ciprés, el comino crespo, la ceiba y el achapo.
Era 1974 cuando al fondo de un zaguán me llamaron los colores y vi a Tejadita, un hombre menudo de 1,50 cms, irreverente, burlón y original, quien liberaba mientras labraba entre el cuerpo y las vetas de la madera la cara de “Paula la Mujer Jaula”. En el mismo año sacaría y armaría a “Estefanía la mujer telefonía” porque ya en 1979 nos le había dado en figura a “Teresa la mujer mesa”.
Hernando Tejada nace el 1 de febrero de 1924 en Pereira, Risaralda. Es el segundo de 5 hijos del matrimonio entre José Tejada e Ismenia Sáenz, entre los que se cuenta otra extraordinaria artista: Lucy.
Después de perder prematuramente su casa en Manizales, según cuenta la anécdota familiar, sus padres emigran hacia Cali, en 1937. Hernando Tejada o tejadita, como le llamaban sus amigos, seguramente por aquello de sus 1,50 m de estatura, poseía así una inconfundible ascendencia paisa, pero fue en la Sultana del Valle donde sembró su corazón, donde se formó y desarrolló la mayor parte de su obra artística. Hernando Tejada – Centro Virtual Isaacs (univalle.edu.co)
Cierto mientras oraba, recordé el rosario que repetía muchas veces con mi abuela Betzabé Sánchez en Marsella, me soñé dormido en el regazo de “Sacramento la mujer asiento” que reposa en el Banco de la República de Cali.
Por momentos entre mi sueño y recuerdos me excitaban esas mujeres y un olor feronómico, entre cantos de pájaros en el bosque, las maderas que escultaría con un erotismo antiguo Hernando Tejada cuando las veía a ellas, sus damas entre la madera con esa percepción y emoción tan suya que los demás no podíamos vivir. Así fueron surgiendo: Teresa, la mujer mesa (1969), Simoneta, la mujer ruleta. Berta, la mujer puerta. Sacramento la mujer asiento (1970). Isadora, la lechuza mecedora (1971). Abigail, la mujer atril (1972). Leonor, el tocador (1973). Paula, la mujer jaula (1974). Estefanía la mujer telefonía (1975). Mónica, la mujer filarmónica (1976). Violeta, la mujer cometa (1978). Pilar, la mujer bar (1990). Carola, la mujer caracola (1991).
Tejadita- Hernando Tejada, solo necesitaba esos besos para encender el mundo que había generado la energía solar en las maderas. Las desnudaría y revestiría entre ceremonias que demarcan cierta rigidez ceremonial y flexible que vibra desde orígenes rituales donde los humanos hemos desbocado nuestras voces y deseos.
El maestro respiraba y vibraba entre el olor y el sonido de las maderas, su corazón se animaba contento y demarcaba el ritmo con que se labró cada obra suya con la mediacaña, la gubia, el escanutillo; otra gubia que esculcaba vetas con pico y sonido de gorrión o una mediacaña que acompasa sus golpes con algún trago que alivia el cansancio de la tarde.
Cuando Hernando Tejada asombró a la ciudad de Cali con su gato que ubicó en las orillas del rio Cali, se reanimó el ambiente cultural y cívico, los artistas fueron convocados a pintar gatas sobre estatuas de vinilo, cuya creatividad ha dado continunidad al erotismo de Tejadita con la misión de enamorar al gato. Por la rivera moran desde entonces las novias del más distinguido de todos los felinos. El Gato de Tejadita.
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