Bendita y alabada misia Chismocina, decíamos de Filomena, la vecina murmuradora que traía y repartía, recogía y mejoraba los chismes de la calle donde nací en Marsella, así mismísima era misia Jesusa en la Calle Real de Bogotá en 1898. Ellas visitaban las casas para dejarles los chismes de la vida social, salían bien pispas, como se dice en Antioquia, en la calle con sus sombrillas atrapaban los cotilleos, los más reales y lo inventado. Lo que se contaba más de una vez, eso ya era chisme. Cuando ellas no encontraban al destinatario de sus cuentos, le dejaban su chisme por debajo de la puerta.
En La Calle Real la lengua de Filomena afianzó imaginarios, mitos y guasarapos verbales, era el tiempo de los temores a los tres dias de oscuridad que causarían las lluvia de ceniza del volcán nevado del Ruiz y las amenazas de la bomba atómica que sostuvo a la guerra fría.
Tras los sermones de Monseñor Estrada, los rumores y chismes regados tras Filomena, eran señales para localizar lugares de salvación para los perdidos en el vicio, un purgatorio ahí mismo, en el ícono del Corazón de Jesús con el vidrio roto o el chirrido sagrado en las camas de las putas de La Calle del Morro. En el mes más duro de los tiempos de la violencia, los cuchilleros más asesinos, para cuidarse, estamparon tras las puertas, bajo una llama, a catorce de los setenta y dos ángeles de la guardia de la cuadrilla de San Rafael Arcángel, protector ante los peligros en la fe católica.
Las noticias de Filomena en ciertos días eran ácidas, resonaban entre ruidos de terremoto, los gusanos causantes de la broma en las puertas de madera se asomaban a enterarse y ella con su lengua brava las fumigaba. Su labia era el bien más necesario en los tiempos de los temores. Sus chismes calientes ardían en las visitas y calmaban ansiedades con los tragos de aguardiente en el café de Peláez.
Yo los escuchaba y sospechaba y que algo tendrían de cierto, lo he corroborado al leer en The Guardian, diario británico: “Contrario a la percepción común, el chisme no solo es una actividad social inofensiva, sino que, según investigadores, desempeñó un papel crucial en la supervivencia y el desarrollo de nuestras comunidades ancestrales.
La investigación, publicada por Academia Nacional de Ciencias Británica, ha sido noticia en la prensa universal, analiza al chisme porque podría haber proporcionado una ventaja adaptativa en el entorno social de nuestros ancestros. «Según investigadores, su utilidad obró como un mecanismo eficiente para la transmisión de información crucial en las comunidades antiguas. El ciclo evolutivo de los chismes, obró como un juego evolutivo que imita la toma de decisiones humana en conjunto a sus funciones de difusión de reputación y disuasión del egoísmo”.
Se reafirma mis sospecha, esta frase académica lo dice: “chismear tendría una gran función social”. Con razón son tan gustosos los rumores de la farándula, especialidad española y de todos los idiomas que resuenan en las revistas de moda, en el periodismo de todos los pelambres, rumores tan necesarios para sustento de la curiosa vida colectiva.
La investigación inglesa que nos trajo claridades, alude “En tiempos en que la supervivencia dependía en gran medida de la cooperación y la cohesión social, estar al tanto de las dinámicas sociales y los comportamientos individuales era esencial. La capacidad de discernir quién era confiable, quién representaba una amenaza y quién podía contribuir al bienestar común se volvió vital en la evolución humana.
El chisme facilitaba el intercambio de información sobre estas cuestiones, permitiendo que los individuos tomaran decisiones informadas sobre sus interacciones sociales y fortalecieran los lazos dentro del grupo. el estudio sugiere que el chisme desempeñó su papel en la formación de normas sociales y la regulación del comportamiento”.
Dejemos a un lado a las lenguas más viperinas que son las más dañinas. “La transmisión de historias sobre violaciones a las normas del grupo podría haber actuado como un mecanismo de control social, contribuyendo así a la cohesión y estabilidad del grupo. Aunque el chisme puede tener sus raíces en la evolución humana, es esencial abordar su práctica de manera ética y reflexiva en el contexto contemporáneo”.
¡Afirmativo!.. de lo contrario, no persistirían asuntos tan traídos entre los cabellos y fantasías, las repeticiones de las canas y los sermones teológicos desde El Génesis en la Biblia, como las infidelidades conjuntas entre Adán y Eva, con Dios metido ahí, sin más explicaciones, dizque por causa de una culebra y las tantas versiones que configuran las lenguas más universales. Esa gran leyenda sobre el Arca de Noé y sus borracheras, la paloma que se voló del arca por los malos olores encerrados y regresó con la señal en una rama porque habían cesado las lluvias y el sol ardía.
En resumen, «este estudio desafía la percepción tradicional del chisme como una actividad frívola y sugiere que, desde una perspectiva evolutiva, ser chismoso podría haber sido una herramienta vital para la supervivencia y la cohesión social en nuestras comunidades ancestrales”.
Los chismes que se hablaron tantas veces en la Calle Real de Marsella y en todas las poblaciones que usaron ese nombre, tan chismoso y tan real, poblados donde no habitaron reyes, usaron ese nombre tan popular. En nuestra región paisa por las calle reales llegaban las pisadas y los pedos de las mulas y la torrente de novedades entre mercancía y enjalmas.
Comunicados desde esa realidad nos integramos al mundo con el café y nos llegaron más españoles, siriolibaneses, alemanes, ingleses, italianos que han enriquecido nuestra cultura acumulativa. Los lenguilargos bien informados repartieron las novedades que trajeron el asombroso, los encantos importadas desde el Norte al Sur, Este y Oeste. Hasta hoy cuando los chismosos virtuales son la más extrensa de las tribus universales.
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