Recuerda a toda su vecindad y narra lugares que dieron sentido a su vida, parecidos a esos tiempos infinitos de “Funes el Memorioso”- cuento de Borges en Ficciones-1944; un año después, nacío José Adelnide Giraldo en ruta vital de campesino, fundador y buen vecino del barrio Los Molinos Dosquebradas, sacerdote retirado con licencia para casarse con Maria Teresa. Su misión ha sido académica y artística con gente rural y urbana.
Compositor y cantor autóctono, licenciado y escritor, perfila sus distancias y envolates tras los recuerdos que le han dado sentido a su literatura. Novelas como La tienda de don Blas, Telaraña, Después de la soledad, En el umbral infinito, El hijo de don Blas, El absurdo de Idalba o El último vuelo de las pavas y Confesiones de Antonio Nariño, son el testimonio de su tiempo.
En su sensibilidad mental y afectiva está la fragua de sus poemas y narrativas. Desde su origen en las montañas de San José, Filadelfia – Caldas y una vereda hacia el Pacífico, su palabra acaricia al dolor que carcome a la gente en la ciudad, con violencia en los caminos y que alberga vida y esperanza al lado de los desamparados, mensajes en el dolor de los tiempos duros con la muerte en las calles.
AMORES Y MONEDAS
Eres una bandida con tu cuerpo y tus labios,
bandida con tus piernas mullidas,
turgentes y almibaradas,
bandida con tus besos de leona en celo…
y eres al fin bandida, con tus cabellos
revueltos en la almohada.
Clavado a tus aromas precipito mi angustia
y con mis ansias todas de encontrarte de nuevo
entrelazo despierto vespertinas y auroras
y mi lecho es eterno mientras pasan las horas.
Entonces sigo viendo tus flancos de durazno
que altaneros exhibes como una zaga ardiente
al paso que tu cuerpo sigue ofreciendo alegre
su concierto felino a todo el que te encuentre.
Bandida, donde te halles llegará mi recuerdo
esclavo como sombra de tus pasos traviesos.
En tus labios de fuego se quemaron los míos
y en tus pechos mullidos descansaron mis besos…
He perdido tus huellas mi adorada bandida
pero sé que en tus labios de pagana hechicera
aún sientes mis efluvios con sabores de seda;
aunque sé que igualmente trajinarás tus besos
como viejos reptiles sobre pieles viajeras,
cosechando en tus arcas amores y monedas.
CIUDADES MALDITAS
Mis ojos se debaten
entre los rascacielos
y el calvero que ronda
la enorme periferia.
Sobre el dombo que corona
la colina del sur
puedo ver mi ciudad, hirviente y tensa.
Lejos estoy de la devastación
Pero entonces percibo en la distancia
la convulsión que esconde
aquel enorme vientre del dragón.
La ciudad es un monstruo
de incontables cabezas
desesperadas y ahitas de vida
insatisfechas y hambrientas.
Encima de los techos se perfila
un aura tremolante
y un vaho incandescente de sol
hacina las inconformidades
repartidas por cuotas entre los moradores.
Desesperado entonces dejo perder mi vista
entre los campos
y el azul de los montes me refresca
y me pregunto ahora si algún día
podré beber de nuevo
el abanico del aire
y las delicias
de aquellos paraísos.
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